Arte vinculado a la experiencia íntima del cuerpo y del tiempo, a la búsqueda de un retrato interior con la belleza como interlocutor esencial. Cómo diría Barthes, “un ligero pliegue en el que se ha pellizcado, prestamente, la página de la vida, la seda del lenguaje”.
Nada permanece estable, existe un equilibrio cambiante, transiciones que describen el juego de fuerzas internas y preconizan lo que está a punto de ocurrir. Acciones capturadas en pleno proceso de transformación, y que sugiere una inercia inherente al desarrollo, la voluntad o el estímulo.
Acciones que sólo pueden ser interpretadas desde los sentidos. La obra no pretende provocar simple placer visual o experiencia táctil. Su razón es estimular el deseo, seducirnos hasta penetrar sensorialmente en el objeto y percibir la emoción que propone desde un lugar más íntimo, más subjetivo.
Desde la dualidad que aporta el lenguaje de los sentidos y el lenguaje de la materia, la obra se define y se construye. Una epidermis de factura industrial como materialización de emociones orgánicas internas es la paradoja elegida como herramienta narrativa